Quince días en Irán por libre (julio 2018)

VickyBol
10 min readJan 7, 2019
Mezquita en Teherán.

Repasando 2018, uno de mis mejores recuerdos del año es el viaje que hice a Irán durante dos semanas en julio. En titulares: es un país poco turístico, muy seguro, con mucho para ver y lleno de gente amable y hospitalaria.

Por otro lado, la huella del régimen teocrático está siempre presente, ya que las mujeres, incluidas las turistas, tenemos que llevar velo e ir bien tapadas de forma obligatoria (camisa de manga larga que cubra el culo y pantalones que cubran los tobillos), mientras que los hombres no pueden llevar pantalón corto en verano. Hay retratos de Jomeini y Jamenei por todas partes, así como homenajes a los fallecidos en la guerra entre Irak e Irán (1980–1988).

Este post es una guía orientativa para aquellas personas que se lancen a conocer Irán.

Vuelo y transporte

Desde Madrid, las compañías con más oferta de vuelos son Turkish Airlines y Alitalia. Se puede considerar hacer ida a Teherán y regreso desde Shiraz o viceversa, ya que así es posible ahorrarse un vuelo o un larguísimo trayecto en bus interno.

Para ir de una ciudad a otra se hacen muchas horas de carretera en los bus VIP (no coger nunca el bus de línea más barato, es mucho más incómodo). Si se quiere coger un avión hay que ir a una agencia de viajes o esperar a comprar un billete último minuto en el aeropuerto con dinero en efectivo.

Visado

Lo más sencillo es hacerse el visado a la llegada. En los aeropuertos internacionales existe esta posibilidad, tanto en Teherán como en Shiraz. Hay que llevar el pasaporte en vigor con margen de 6 meses hasta que caduque, 75 euros por persona (para nacionalizados españoles), una reserva de hotel de al menos una noche (para poder apuntar una dirección en el país) y un seguro médico que cubra Irán (en mi caso fue con AXA).

Puede que no soliciten una fotografía de carnet a la llegada, pero en varios blogs recomiendan llevarla por si acaso.

Iraníes

La amabilidad es una de las principales características de la población persa. Ante la duda de dónde está un monumento o una parada de metro, se ofrecen a acompañarte para que no te pierdas.

Infinidad de personas te hacen las preguntas básicas cuando te encuentras con ellas “Hello, how are you, where are you from, do you like Iran?”. En muchos casos están ávidos de poder hablar con un extranjero, e incluso ofrecerte su casa si no tienes alojamiento.

En Irán se vende por todas partes. Foto: mercadillo improvisado en la estación oeste de Teherán.

Fueron varios los iraníes que durante el viaje contaron que tienen dos vidas paralelas: la pública, que tiene que seguir los preceptos del gobierno, y la privada, en la que dan rienda suelta a cosas que en occidente nos parecen simples pero que para ellos son un mundo, ya que están prohibidas por ley. Para las mujeres, no llevar puesto el velo o vestir una manga corta fuera de casa o conduciendo, bailar, cantar, beber alcohol o tener un perro.

La única red social occidental abierta en Irán es Instagram, por eso hasta constructoras, tiendas de muebles o mezquitas muestran el logotipo de la app como reclamo. También se ve el logotipo de Telegram, pero está cerrado desde abril de 2018.

Las rinoplastias y los trasplantes de pelo son muy habituales. En todas partes se ven mujeres con un esparadrapo en la nariz, porque se han operado recientemente y también “narices clónicas”. Sobre todo en Shiraz, abundan los hombres con la cabeza rasurada y apósitos pegados en el cogote, que son los que se han practicado un trasplante de pelo.

Comer en Irán

La gastronomía no es muy variada, puesto que los restaurantes ofrecen muchos platos compuestos por arroz, carnes a la brasa y huevos en sus diversas versiones (frito, en tortilla, duro). Las ciudades y pueblos están plagados de fast food en los que consumir hamburguesas, pizzas, perritos o bocadillos de falafel a precios módicos.

Pastel de arroz con pollo y granada.

“Tomar algo” está complicado en general. Hay heladerías en las que se pueden consumir batidos o granizados, algunas con sillas sin mesas dentro o en la puerta. Hay contadas cafeterías, en las que solo se sirve café. Algunas también tienen refrescos o cerveza sin alcohol, sin embargo, es muy difícil encontrarlas.

Cambio de moneda

En Irán no funcionan las tarjetas de crédito por el embargo comercial que sufren, por lo que hay que llevar dinero en efectivo. Hay dos tipos de cambio de moneda: el cambio oficial que da el gobierno y el de la calle.

Las oficinas de cambio no podían operar (al menos en julio de 2018) por una nueva ley que había entrado en vigor, por lo que solo se podía cambiar en bancos. En la calle o en los bazares es posible encontrar a personas que ofrecen un cambio más ventajoso.

Alojamiento

Aunque el primer hotel en Teherán sí estaba reservado con antelación, el resto de alojamientos fueron sobre la marcha, recomendados en blogs, por taxistas o el propio Google Maps. Es mucho más económico coger las habitaciones in situ y no hay ningún problema porque apenas hay turismo.

Ruta

Teherán

La capital de Irán es una ciudad muy poblada, salpicada de mezquitas y de edificios y coches (sobre todo taxis, oficiales y no oficiales) que recuerdan a nuestros años 80.

Palacio de Golestán.

Qué ver: es la ciudad del recorrido en la que más se puede andar y andar, vale la pena ver sus calles gremiales o los concurridos parques.

El Gran Bazar (hay que aprovechar para degustar una especialidad iraní, el pastel a base de pollo, arroz y berenjena al horno y granada); el Palacio de Golestán; la antigua embajada de los Estados Unidos; el puente Tabi’at; el Museo de la Santa Defensa; Darband (lugar para descansar del calor con un té); la torre Azadi o el parque Mellat.

Alojamiento: Karoon Hotel. Habitaciones amplias, tranquilas, limpias. El desayuno es muy bueno, sirven la riquísima tortilla de tomate típica de la zona. Tiene dos estaciones de metro cercanas, por lo que es fácil moverse desde aquí. La noche eran 50 euros (reservada con antelación).

Izquierda: estación de tren en Teherán con los retratos de Jomeini y Jamenei. Derecha: homenaje a mártires de la guerra Irak-Irán.
Torre Azadi.
Refrescante Darband. Esta colina está repleta de teterías entre riachuelos donde tomar té o refrescos.

Isfahan

A cuatro horas en autobús de Teherán se encuentra esta preciosa ciudad con múltiples monumentos históricos.

Plaza Naqsh-e Jahan.

Qué ver: la plaza Naqsh-e Jahan o plaza del Imam (por las tardes se abarrota, ya que los niños se refrescan en sus fuentes y las familias hacen picnic en el césped); gran mezquitas Abbasi y Atiq; palacio Hasht Behesht; puentes SioSe Pol y Khaju; barrio cristiano de Jolfa.

Mezquita Atiq.

Alojamiento: hotel Safavi. Habitaciones pequeñas, tranquilas, limpias, muy básicas. El desayuno es normal, no hay mucha variedad. Es un buen punto desde el cual descubrir Isfahan, está bastante cercano a la plaza Naqsh-e Jahan. 38 euros la noche (a pesar de que había un cartel en la recepción que ponía que costaba 81 euros la noche).

Puente SioSe Pol de día y de noche.

Cuando el sol se pone y el calor es menos sofocante, las calles se llenan de vida en el barrio cristiano de Jolfa. Las mujeres, mayores y jóvenes, visten camisas y velos de colores y son más flexibles con las estrictas normas de vestimenta. La mayoría lleva el velo a media cabeza e incluso una chica salió de un bar sin colocarse su velo. En el resto de lugares domina el chador negro, pantalones y camisas larguísimas negras y azul marino.

Ambiente del barrio armenio de Jolfa por la noche.

Yazd

Preciosa y calurosa ciudad en el centro de Irán, cuna del zoroastrismo, con mucho que ver en los alrededores.

Qué ver: en Yazd, es muy recomendable perderse por su casco antiguo de casas de adobe. También el Gran Bazar; el complejo Amir Chakhmag (por la noche se puede tomar zumo de melón en la plaza); la mezquita Jame; los jardines Dowlat Abad; la Torre del Silencio y el Templo del Fuego (del zoroastrismo, una religión milenaria hoy minoritaria en Irán).

Izquierda: casas de adobe del casco antiguo de Yazd. Derecha: atardecer desde una azotea.
Izquierda: mezquita Jame. Derecha: complejo Amir Chakhmag de noche.

Alrededores de Yazd: Karanaqh es un pueblo en medio del desierto montañoso de la zona que tiene una parte deshabitada. Se puede curiosear por sus estrechos e intrincados callejones y casas de adobe.

Karanaqh.

Chak Chak es un santuario zoroastrista. Cada mes de junio cerca de mil seguidores zoroastristas peregrinan hasta esta cueva en medio de un paraje desértico.

Izquierda: santuario de Chak Chak. Derecha: desierto que rodea todos estos destinos.
Vista de Meybod desde el castillo Narin.

Otra visita es la pequeña ciudad de Meybod, con preciosas vistas de sus casas de adobe desde el castillo -también de adobe- de Narin. Aquí también se puede visitar el caravanserai restaurado Sha Abbasi, que data del siglo XVIII. Es donde paraban para reponerse los correos con sus caballos.

Alojamiento en Yazd: Hotel Pars. Precioso y tradicional está muy cerca del casco viejo. Las habitaciones dan a un patio interior, por lo que se oye el ajetreo matinal. Sin embargo, hay tranquilidad después de comer, y como es obligatorio madrugar y resguardarse del sol y del calor en las horas centrales del día, es un buen lugar para descansar. 25 euros la noche.

Shiraz

El ambiente de Shiraz fue uno de los que más me gustó del viaje. Se percibía más relajación en las normas de vestimenta, mucha vida, color y con muchos lugares para visitar. Además, es el punto desde el cual visitar Persépolis y las tumbas de Naqsh-e Rustam, lugares históricos e impresionantes y a los que conviene acudir con mucha agua y protección para el sol y el pesadísimo calor.

Qué ver: en Shiraz, Bazar Vakil (venden sobre todo especias y telas para confeccionar vestidos, faldas y chadores y pantalones y camisas); mezquita Nasir Ol Molk (pequeña, sencilla, acogedora y espectacular); mausoleo del poeta Hafez.

Izquierda: mezquita Nasir Ol Molk. Derecha: Bazar Vakil.

Santuario Shahecheragh: lugar de rezo, descanso y refugio del calor. Aloja una de las tres cúpulas más representativas de Irán. Los extranjeros tenemos que entrar acompañados, hay entradas y salas diferenciadas para hombres y mujeres y nosotras tenemos que llevar chador.

Santuario Shahecheragh.
Tumbas de Naqsh-e Rustam.
Persépolis es absolutamente espectacular.

Alojamiento: Hotel Kowsar. En Shiraz nos topamos con el peor alojamiento del viaje, pero tras ver las habitaciones de algún otro hotel observamos que la oferta general no era mucho mejor.

Bandar Anzali

Parque Alasi Khalkhal.

Tras la estancia en las calurosas ciudades de Yazd y Shiraz, a pesar de las ganas de ver Bam, la mejor opción fue conocer el Irán más verde y húmedo: Bandar Anzali, una localidad costera en las orillas del mar Caspio, sin turismo extranjero.

Es un buen lugar para descansar, pasear tranquilamente y descubrir los frondosos bosques con ríos serpenteantes que hay en los alrededores. Es posible bañarse en la playa, pero las mujeres tenemos que estar completamente vestidas, con velo incluido.

Izquierda: playa de Bandar Anzali. Derecha: antiguo puente Ghazian.

Qué ver: puente Ghazian; parque y lago Anzali. Los bosques y ríos empiezan en Punel, una localidad al oeste.

Fotos: Vicky Bolaños CC-BY-SA 4.0.

--

--